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La temporada seca de las bodas

Me pasa mucho que la temporada seca – así denomino yo a los meses en los que no hay bodas – se termina pareciendo demasiado a un desierto. Quiero decir, que está muy bien descansar, hacer un maratón de Juego de Tronos, repasar la Biblia – para que el párroco de la Iglesia de San Fermín no me pille desprevenido -, hacer puzzles con mi hija, comerme unos «pocos» garroticos de la Beatriz, tomar el sol en diciembre… Bla, bla, bla.

Sí, sé que está feo quejarse pero es que tengo unas ansias locas por empezar a disparar cada finde semana a unos novios molones. Digamos que es como subirse, durante unos meses, a la montaña rusa más grande del mundo y dejarse llevar por su estado emocional.

Soy adicto a las historias y a día de hoy, creo que una boda es el lugar idóneo para consumir un montón de ellas. La preboda, la barbería, la peluquería, los nervios dilatándose en las pupilas, el maquillaje, el nudo de la corbata, los padres mordiéndose las uñas, el tiempo batiendo records, el chófer más tenso que el bigote de Dalí, los sí quieros, la música emocionando, las sorpresas, el primer baile… Ya vale, que me entran mariposas desbocadas y a ver cómo duermo yo esta noche.

En fin, que ya estoy preparado, como Clint Eastwood en un duelo del oeste, para disparar a todo aquello que me grite: Érase una vez…

Buen tiempo en Monreal

Buen tiempo. Buenísimo. Esa manía que tenemos todos de mirar al cielo, verlo nublado, gris, lluvioso, lo asociamos al mal tiempo. No tiene porque ser así. Un día con buen tiempo se puede mirar desde varias perspectivas. Esta fotografía preboda es un claro ejemplo de lo que hablamos. A primera vista, nubes cerradas, lluvia, un viento norte de esos que te dejan la cara colorada. ¿Quedamos para hacer hoy la sesión?, ¿seguro? Por supuesto que quedamos. Es un día con buen tiempo. Un tiempo fantástico para lograr fotografías como esta de Nerea y Álvaro en Monreal. Un tiempo maravilloso para que, una vez terminada la sesión, nos juntemos alrededor de un café y no paremos de hablar del día de la boda. Los días así ayudan a entablar conversaciones al refugio de una chimenea. El frío y la lluvia se quedan fuera. Los nervios de la sesión y la tensión de verse fotografiados también. Al calor del fuego y junto al aroma del café, la confianza y la química con la pareja se quedan dentro. En el lugar y con nosotros. Álvaro y Nerea esa mañana eran una pareja de Monreal que se va a casar. A última hora del día, eran Álvaro y Nerea, la pareja encantadora de Monreal con la que tendremos la oportunidad de disfrutar en un par de semanas. En Monreal. Y con el tiempo que haga, que seguro que será bueno. Tiempo al tiempo.

Buscamos reflejos

Buscamos reflejos. Por todos lados. Muchas veces, nos encontramos a nosotros mismos mirando hacia donde nadie lo haría, buscando ese rayo de luz que golpea en un punto concreto, esa ráfaga de aire que mueve una melena o ese reflejo en un escaparate, en una armario, en una mesa o cristal. Tienen algo mágico los reflejos. Son un punto de vista diferente de una situación. Por eso, por ese punto místico que se logra con una fotografía reflejada es por lo que una y otra vez buscamos los reflejos. Y es por eso también, que hay veces que miramos a un punto extraño, y cuando volvemos la mirada, nos encontramos a un novio o novia, observándonos, esperando una explicación antes de pensar, no sin parte de razón, que estamos un poco locos. La expresión de los novios en ese instante no tiene precio. La expresión después de la explicación, tampoco varía demasiado, la verdad. Supongo que se quedan con la idea de que estamos un poco locos. Que le vamos a hacer, un punto de locura no viene mal. O al menos, preferimos pensarlo.

A toda velocidad

A toda velocidad.  Así se pasó la fecha de la boda de Cristina y Daniel. Quizá por eso quisieron hacer la postboda en el Circuito de Navarra. Los preparativos llevan largos meses de pensar, organizar, contratar y cuidar todos los detalles. Ese período de tiempo puede ir desde el año hasta las tres semanas, que de todo hay en la viña del Señor. Pero si en algo coinciden todas las parejas es en comentar lo lento que se les pasa el tiempo. Lo lejana que aparece la fecha en el calendario. Hasta que, de repente, un día se dan cuenta de que no queda nada, una semana o dos a lo sumo. Y claro, llegan las prisas. Que no tengo el traje todavía, que no está decidida esa música súper especial con la que entraremos al comedor, que la tía Charo de Cuenca sigue sin confirmar cuantos vienen… Vamos, que, de repente, la semana previa a la boda se convierte en un pequeño tormento. Pero al final todo llega. Y todo pasa. Y la fecha, esa fecha marcada en rojo, queda atrás, queda en el recuerdo. Y ahí estarán nuestros trabajos. Aguantando el paso del tiempo, haciéndose cada día más grandes, más importantes, más imprescindibles.

Preparados, listos…..

Preparados, listos….. Y mañana diremos ¡…ya!. Quedan pocas horas para la fiesta de mañana. Cristobal y Bea lo tienen todo preparado. Los trajes, la ceremonia, el restaurante Hotel Nh iruña Park, el dj y el resto de elementos que conforman un día tan especial. Lo único que escapa a su control es el tiempo. Nunca se sabe lo que nos vamos a encontrar, pero es mas que probable que mañana el buen tiempo sea el acompañante perfecto de la jornada. El resto lo ponemos nosotros, las ganas de trabajar y claro está, de disfrutar al mismo tiempo. Seguro que a los novios les cuesta conciliar el sueño esta noche. Los nervios es lo que tienen. Pero no son patrimonio únicamente de los novios, los nervios también los sufrimos nosotros. Una boda es un acontecimiento único y especial. Por ello la responsabilidad es grande. Así que os dejamos, que hay que descansar. Y si durante la noche los nervios no nos dejan dormir, tiraremos de series. ¿Alguien mas enganchado a Medico de Familia en la sala?