Descanso. Bien merecido. Nos lo habíamos ganado. Llegaba el mes de noviembre y la temporada de bodas tocaba a su fin. Nuestras conversaciones giraban en torno a nuestros planes de futuro mas inmediato. Los planes giraban en torno al descanso. Unos días de vacaciones. Paseos mañaneros. Cafés a diestro y siniestro. Permanecer horas y horas rascándonos la barriga, no el uno al otro, no llegamos a ese nivel de confianza. Rascarnos cada uno nuestra barriga. Que gozada iban a ser estos meses de enero, febrero… Tiempo para organizar el nuevo año con calma. Sin prisas. Sin dejar de rascarnos la barriga. A lo sumo, una mano en la barriga y la otra en el teclado. Sin forzar. Era cerrar los ojos y verme yendo todas la mañanas con mi perro al monte. O veía a Gorka animándose a venir a pasear con Bost y conmigo al monte. Pero tampoco pidamos peras al olmo. De momento, de mi sueño solo se ha cumplido la primera parte. A Gorka le ha dado mas por la bici y la natación, que tampoco está mal. En nuestra idea de tranquilidad entraban temáticas tan variadas como el bricolaje, la carpintería, la pintura o el punto de cruz. Había tiempo para todo. Masajes, viajes, cenas, cine o lectura. Unos días de ensueño, para que engañarnos. Enero, febrero… meses para nosotros. Este sábado, primera boda de 2017. ¡Viva el descanso!
Descanso
