Es curioso. Nos pasa en la mayoría de las ocasiones. Recibimos un correo o una llamada preguntando por nuestros trabajos. En lo que respecta al correo, respondemos amablemente a la solicitud, como no podía ser de otra forma. A partir de esta respuesta, comienza el proceso de entrevistas, presupuestos y contratos. Esto, lógicamente, de curioso tiene poco. Lo que nos parece curioso es la llamada telefónica. La primera conversación nos llama la atención. Al otro lado nos encontramos generalmente con una voz que duda. Quiere explicar que desea pero no encuentra las palabras. La mayoría de las veces es una voz nerviosa, temblorosa. Nos dice que se casa (generalmente olvidan decirnos fecha y lugar), que le gustan nuestros trabajos, pero que no saben como se hace esto, como empezar. Y lo mas fuerte de todo, nos tratan de usted. Si, de usted. A nosotros. Que a pesar de las canas, de las arrugas y de las ojeras somos un par de jovenzuelos. Todo esto queda superado cuando llega el momento de la primera entrevista. Una vez nos conocen, lo de «usted» se queda en la percha de la oficina. Pasamos a ser Gorka y Diego. Nos tuteamos mientras vamos ganando confianza. Nos mostramos tal y como somos. Dos tíos encantados de hacer el trabajo que hacemos. Me gustaría decir que somos dos tíos atractivos, pero mentir está muy feo.