MARÍA & MIGUEL: BODA EN EL CASTILLO DE MONJARDÍN
Cuando me preguntan si creo en el destino, siempre contesto que creo en la concatenación de casualidades. Porque a veces ocurren eventos fortuitos que hacen que parpadees mucho para así intentar buscar la explicación o el sentido. En ocasiones, son pura casualidad, pero en otras, si unes cabos sueltos, puede ser destino.
María y Miguel volaron alto el día de su boda. No me refiero a que estuviesen soñando con esa fecha, si no a que literalmente ambos cogieron un vuelo desde Copenhague hasta el Castillo de Monjardín. Hace unos cuantos meses nos llegó un correo en el que nos contaban que iban a casarse y que les gustaría que nos encargásemos del reportaje fotográfico de su boda. Una semana antes del gran día, por fin nos conocimos en persona. Teníamos que ultimar detalles, como dónde se vestían, horarios… Y justo ahí, Miguel y yo nos miramos asombrados, como intentando buscarle las cosquillas a la casualidad.
Resulta que durante casi toda nuestra vida fuimos vecinos sin conocernos. Su habitación colindaba con la cocina de mi casa y entre risas me confesó que a veces nos escuchaba hablar mientras comíamos. ¡La de intimidad que se comparte sin ser uno consciente!
Esto es lo que me encanta de las bodas. Aunque haya una historia principal, la de su enlace, de ella surjan otras tantas que evocan sonrisas.
Ahora, cuando les veo en estas imágenes a Miguel y a María, dándose el sí quiero, rodeado por sus personas favoritas, tan felices, tan risueños, me pregunto si quizá en este caso, el destino es una moraleja que viene a contar que hay personas que apenas dan un breve paseo por tu vida, pero de las que te acuerdas siempre.
Enhorabuena pareja, ¡ojalá todos los vecinos sean como vosotros!