La semana pasada salieron las fotografías premiadas por el directorio de fotógrafos de boda más potente de España, conocido como Unionwep. Llevo ya más de tres años formando parte de este directorio, pero éste en concreto ha sido decisivo para mí. Por primera vez me he llevado cinco premios en fotografía de bodas en Unionwep.
Me hace mucha ilusión enseñaros las fotos y contaros cómo fue el momento del disparo y por qué lo hice así. No sé si será cosa mía, pero siempre que veo una foto que me impacta intento imaginarme al fotógrafo disparándola y pienso en qué habría visto para dispararla, cómo se habría sentido y si realmente era consciente de la fotografía tan increíble que iba a conseguir. Así que aquí voy con mis cinco confesiones.
Fotografía premiada en la categoría de “Preparativos”.
Cuando fui a entrar en la habitación del hotel Tres Reyes de Dani y Tere, me di cuenta de que el cuarto se llamaba igual que mi marca favorita de champán: Taittinger. «Buen presagio», pensé mientras giraba el pomo para comenzar a trabajar. Nada más cruzar el umbral me puse a inspeccionar en el cuarto, cual sabueso hambriento de huesos, las mejores luces y sombras. Y allí estaba el sofá, dejándose abrazar por la suave luz matutina que anunciaba un gran día. Allí, mi foto, me esperaba ansiosa. Aunque sinceramente, no tuvo que esperar mucho, porque yo en cuanto veo una foto que quiero, la tengo que hacer rápidamente, no vaya a ser que la magia me abandone y la pierda en ese instante.
La boda de Dani y Tere fue como el Taittinger: espumosa, deliciosa y que siempre te deja con ganas de más.
A ellos, mis novios, también les debió parecer así, porque el día que vinieron al estudio a recoger su álbum de boda, me trajeron de regalo una botella de Taittinger.
Gracias por vuestra historia, por compartirla conmigo y sobre todo, por dejarme siempre con ganas de más.
Fotografía premiada en la categoría de Retrato
Ana y Alberto se casaron en las Bodegas de Otazu pero antes se prepararon en el Hotel Muga de Beloso. Allí, en uno de los cuartos, fue tomada esta imagen. Bueno en realidad, ella estaba dentro de la habitación y yo en la terraza. Desde ahí había un ventanal grande y la podía ver dentro. Quería tener en una imagen, el reflejo de los árboles en la cristalera y a ella bien iluminada. Así que le pedí a mi colega videógrafo Pablo, que me sostuviera el flash apuntándole a ella y yo disparé desde fuera. Éste fue el resultado. A veces hay que arriesgarse y dejar que lo que imaginas que vas a conseguir en una toma, te sorprenda.
Fotografía premiada en la categoría de Blanco y Negro
Tras la ceremonia, me subí con Iker y Leticia a la azotea del Colegio de médicos para hacer el reportaje. Allí, el exterior era maravilloso, tejados grises, pasillos cucos, luz bonita… Pero yo me encapriché con hacerle a Iker esta foto en el interior. Él me miraba confuso, preguntándose qué hacíamos ahí dentro pudiendo disfrutar de la estampa que el exterior nos ofrecía. Pero es que cuando uno ve una luz que le hipnotiza, no hay manera de poder escapar a sus encantos. Pero tranquilos, después de ésta instantánea sí que fuimos fuera y salieron fotos como las que podéis ver en su reportaje.
Fotografía premiada en la categoría de Fotoperiodismo.
Hay dos cosas que las fotografías jamás transmiten:
-La temperatura del día.
-El estrés de determinados instantes.
En esta imagen, había mucho caos en todos lados. Era la entrada de la novia y yo estaba intentando organizar todo para que ella caminase por el pasillo elegantemente. En un momento dado, me giré buscando a la novia y justo la vi ahí, consolando a su sobrina que se había emocionado muchísimo al verla de blanco y claro, tuve que disparar. Fue editando el reportaje cuando me di de bruces con todas las emociones que se transmiten en esta imagen. Es lo grandioso de la fotografía, que si la primera vez no fuiste consciente de lo que vivías, la segunda vez, sí puedes.
Fotografía premiada en la categoría de Detalles y Bellos Momentos.
Raquel tiene raíces andaluzas y unos ojos que cuando te miran, te quedas clavado donde estás sin poder moverte. Ella me había contado que su manto pertenecía a su abuela. Le hacía especial ilusión llevarlo puesto el día de su boda. Así que cuando se estaba preparando yo quería captar algo de la magia de su mirada junto al manto. Tras varios intentos, ella se colocó el manto así y me miró de tal manera que creo que se coló dentro de mi alma.
A todas estas parejas, y al resto también, os doy las gracias de nuevo. Nunca serán suficientes. Gracias por dejarme observaros y por compartir conmigo vuestra historia. Soy un tipo afortunado. Tengo la oportunidad de vivir momentos increíbles mientras hago click.
Gracias. De nuevo. Siempre.