Boda en Zuasti
Mertxe & Jesús
Hacer tu boda en Zuasti es vivir tu día B en un cuento donde sólo falta ver a las ardillas y a los gnomos correteando por la ceremonia. En serio, qué maravilla.
Además, no llovió. Las cigarras cantaban dichosas cuando Mertxe y Jesús entraron para prometerse un «Sí, quiero» eterno. Hubo lágrimas contenidas, emociones a raudales, abrazos que aún no han muerto, carcajadas espontáneas y mucho amor.
Allí, perdidos en el palacio de Zuasti, nos trasladamos a otro mundo en el que no existían las prisas, el estrés ni otra orden que no fuera la de bailar, comer, reír y beber.
Últimamente he descubierto, como fiel observador en estos eventos, que en las bodas, además de vivir a lo grande, se recuerda mucho. La nostalgia explota, como el confeti del ¡Vivan los novios!, cuando se juntan personas bonitas que se conocen casi desde que comenzaron a andar.
Así es como descubrí, mientras Mertxe y sus amigas se preparaban para el gran día entre risas, champán y confesiones, que a Mertxe y a sus amigas, mi madre les daba de comer cuando de pequeñas iban a la Ikastola. Mi progenitora les alimentó y ahora yo las retrato, qué secretos más curiosos e inesperados guarda el tiempo, oye.
Ojalá todas las bodas que me quedan por retratar estén llenas de historias nuevas, de nostalgia y de amor del bueno, del que nunca caduca.