Una llamada de Remy bastó para que el 27 de julio tuviese una boda en Jaca. Remy fue mi segunda fotógrafa una temporada entera de bodas. Durante aquellos meses, como suele ocurrir en la guerra también, creamos un vínculo muy potente. De vez en cuando nos llamamos para criticar nuestras fotos, y también para animarnos cuando la vida del autónomo se nos aturulla en exceso. Así que cuando decidió que quería que yo fotografiase la boda de su hermano en Jaca me entraron unas ganas locas de que llegase la fecha. Había escuchado hablar tanto de su familia que por fin, tenerla toda ante mis ojos y ante mi cámara, me hacía especial ilusión.
Por fin llegó el día en el que David y Ainhoa iban a celebrar su boda en la Catedral de Jaca. Además, no llovió. Ni una sóla gota. Y eso que los días anteriores, todos los pronósticos del tiempo parecían haberse puesto de acuerdo en aguarnos la fiesta. Así que ella, la novia, pudo llegar a la plaza a caballo. Mientras, el novio, vestido con un traje militar que le habían prestado y que no le cerraba bien el pantalón -hay fotos que lo demuestran, pero hoy no las enseñaré-, la esperaba con un whisky recién aterrizado en su estómago para aplacar los nervios.
A partir de ahí, todo ocurrió muy rápido. Dicen que cuando te mueres, ves pasar los mejores momentos de tu vida a cámara lenta, y yo temo que después de haber retratado más de 300 bodas, el día que el corazón deje de latirme, vea los mejores recuerdos de otras vidas que nada tienen que ver con la mía. Pero como no tengo mucho que hacer al respecto, voy a seguir coleccionando besos y abrazos a través de mi cámara.
A lo que iba, todo fue tan divertido que no sé con qué anécdota quedarme, si con la de que al padre del novio le regalaron la espalda de Gladiator y se puso a blandirla en medio del banquete y yo recé -aunque soy ateo- para que no matase a ningún invitado, o con el éxito que tuvo entre las invitadas el cura que los casó y que luego vino al banquete porque era el hermano del novio.
Todo fue un show, pero uno de esos de los que te gusta ser parte porque no se repiten mucho. Como el cometa Halley.
Creo que el vídeo que hicimos en equipo Remy y yo (ella puso la voz y yo la paciencia y las imágenes), demuestra lo especial y fugaz que fue ver a David y a Ainhoa darse el sí quiero. Ojalá disfrutéis de este cometa. Ahora habrá que esperar 75 años más para que veamos otro 😉